Punto de partida Kes (En busca de mi esencia)

ON: Había pasado muchísimo tiempo desde mi última aventura y desde entonces había ido de aquí para allí durante 2 años en el reino de los humanos... no me había establecido en un sitio en concreto pero el Otoño me había pillado en Kes una de las ciudades gemelas y allí me había quedado alejada de la ciudad  pero cerca del río donde una pequeña vegetación me ayudaba a renovarme por dentro aunque no al cien por cien...ya que hacía muchísimo tiempo que Aris, mi esencia mas primaria, no salía de mí...Sabía lo que me estaba ocurriendo, ella día tras día agonizaba dentro de mi pero mi parte humana se resistía a dejarla salir seputandola por los oscuros sentimientos que en mi corazón humano se habian forjado... Y es que sentimientos como la pena, la angustia y el dolor por la perdida de un ser querido no eran sentimientos que fueran bien recibidos en el alma de un unicornio y durante 2 años todos esos sentimientos habían atormentado mi ser y es que a pesar del tiempo que había pasado desde que mi amado había cruzado el arco iris y me había dejado sola en este mundo lo añoraba con todas mis fuerzas y eso habían hecho mella hasta en mi carácter...

- Que amargada me siento- susurré a las aguas que devolvían la imagen de una chica de poco más de 27 años, cuyos ojos no reflejaban luz alguna....

No se con exactitud el tiempo que había pasado al lado de aquel río mirando mi propio reflejo sumida en mis pensamientos... Y de repente mi estómago hizo un sonoro rugido que me sacó de mi ensimismamiento, sonreí – Si lo se – dije mirando mi tripa – hay que comer algo. Así que me levanté, me puse mi capa especial encima mio y me dirigí hacía el pueblo de Kes.. No sabía bien a que taberna ir...todas eran un tanto lúgubres y no me gustaba del todo la gente que en ellas merodeaban, me producían cierta desconfianza... Así que en la segunda o tercera que ví entre... No había mucha gente, un par de parroquianos aquí, otros pocos allí, alguna persona sola... agaché más la cabeza y me arrebujé bajo mi capa. Vi, no muy lejos de mí, la que intuí que sería la dueña por su característico delantal blanco y porque estaba tomándole nota a otra persona la cual ocultaba su rostro al igual que yo bajo una capucha. La dueña ya venía cara a mí y por lo que pude observar no muy satisfecha, quizás lo que aquella persona le había demandado no había sido de su total agrado... - en fin- pensé- y a mi que mas me da yo solo quiero comer algo. En eso la dueña llego a mi altura y me demando – ¿Que quiere? – Uff que borde a sonado eso, pensé... -Querría llevar algo a mi hambriento estomago – y añadí – gracias. Y le sonreí, no quería ser tan borde como ella. -Si, tome asiento donde quiera, ahora mismo le llevo la comida. Asentí con un movimiento seco de la cabeza y me dirijí hacía una de las mesas libres donde por fortuna se divisaba toda la taberba, y la puerta. -mejor así- pensé – nunca se sabe cuando una va a tener que salir corriendo. Y una voz interna en bajito me surrusó – pero que desconfiada te has vuelto Ariadne...

La tabernera llego al par de minutos con un plato humeante de algo que olía muy bien, una jarra de agua y pan. -Gracias- le susurré y ella por el contrario soltó un débil gruñido que sonó a, no hay de qué. Y sin más comencé a comer, no sabía que era pero poco me importaba ya...Solo quería calmar la primaría necesidad de llenar mi estomago de comida...Y cucharada tras cucharada iba observando un poco más a los parroquianos que allí se encontraban...

  Pocos entraban en aquella taberna de mala muerte, excepto parroquianos que venían a desahogarse con un buen trago de vino. Me llamó la atención una figura oculta bajo una túnica, que parloteó unos segundos con la tabernera, aún con el ceño fruncido. Tras un buen rato a la espera de mi tan ansiado vaso de agua, la tabernera cargaba bebida y comida, que dejaba en una mesa próxima a la mía. Tras el humeante plato se escondía un pequeño vaso vacío, que dejó en mi mesa provocando un sonoro ruido.
  - Aquí tiene -dijo mientras dejaba caer el agua de la jarra en el vaso- ¿Desea algo más?
  - No, eh... gracias -respondí, a lo que la tabernera respondió frunciendo aún más el ceño.
  Tragué lo más rápido posible y dejé el vaso, vacío, en la mesa, que había formado un círculo de gotas de agua. Me levanté, dejando a un lado la silla, y me dirigí hacia la puerta. Antes de salir, la tabernera agarró con fuera mi hombro.
  - La cuenta -extendió el brazo con una nota, en la que había escrito la factura del vaso de agua.
  - ¿Perdone? -respondí con cierta incredulidad. ¿Acaso era posible que me cobrara por un vaso de agua?- No me parece bien que me cobre por un vaso de agua, si me permite decírselo. Apenas he bebido la mitad -concluí señalando el vaso, medio lleno.
  - No es el vaso de agua, forastero. Aquí se cobran los modales y el servicio.
  - ¿Qué modales, y... qué servicio? -no me apetecía montar un alboroto en medio de una taberna de tres al cuarto, donde apenas había humanos a los que llamar la atención. No era propio de un feérico, al fin y al cabo- Está bien, tome.
  Tomé la cuenta y saqué una moneda bajo la túnica, que le dejé con fuerza e indignación en la mano. Tras el incidente de la taberna, me prometí que nunca más entraría a una taberna perdida en un callejón una desconocida ciudad.
  Nunca más.

Yo seguía comiendo, ajena un tanto a lo que había a mi alrededor...En una de aquellas vi como la persona en la que había reparado al entrar se levantaba de la mesa ya -que rápido- pensé – y solo un vaso de agua. Pero seguí comiendo cuando la tabernera lo agarró por el brazo y le indicó algo, la cuenta supuse, él parecía un tanto indignado por su forma de darle la moneda a la tabernera.. En eso  la puerta volvió abrirse y entró un humano, de buen porte físico y con una llamativa armadura, se sentó en una mesa alejada a la mía y yo no le dí mayor importancia seguí comiendo... Aquello iba terminándose y tras una última cucharada, un trozo de pan y un buen sorbo de agua, pedí la cuenta a la tabernera haciéndole una señal con la mano está se acerco con un papel y me lo tendió diciéndome: - Tenga aquí tiene. Yo saqué dos monedas y se las tendí – Muchas gracias – susurré y con las misma me levanté de la mesa y salí al exterior. No había nada que explorar de Kes, para mí que llevaba algo de tiempo por allí, ya me conocía lo mas señalado de la ciudad y pensé que iba siendo hora de moverme un poco.. Saqué un mapa de mi mochila para mirar cual sería mi próximo destino... Mis ojos se movieron por el mapa y en el primer destino que se posaron fue Celestia, era un territorio ahora próspero y sus gentes tan gentiles hacía que uno no se sintiera incómodo, pero debía para ello atravesar la cordillera de Nandelt y eso me tiró un tanto para atrás... Mis ojos siguieron vagando por el mapa y por un segundo eterno mi mirada se poso en el bosque de Alis Litbhan... -Alis Litbhan- suspire... y noté como algo en mi interior se rebelaba y se encogía al mismo tiempo y automáticamente dije -Shia, iré a Shia... No quería abandonar el Reino de los humanos, aun no... me negaba hacerlo..tenía mis razones... Y ademas en Shia tenía a una vieja conocida a la cual me apetecía volver a saludar. Y con las mismas y la mirada un tanto perdida en mis ensoñaciones, me dirigí al centro de Kes para hacer un par de compras y antes de que cayera la noche partiría hacía mi nuevo destino...

OFF: Estoy algo confundida con el orden de postear (¿no iba yo detrás de Carter Slade?). En cualquier caso, posteo y lo siento si no me tocaba ^.^'


No tenía hambre. En vez de terminarme la cena medio decente que tenía delante, le daba vueltas a un pedazo de pan entre mis dedos enguantados, intentando sentir la textura rugosa a través del cuero. La mano derecha lo notaba, cada pequeño bulto en la corteza tostada, pero la izquierda... era como si estuviese muerta. Nunca lograré acostumbrarme a esto, pensé con amargura.
-¿En qué piensas, Mel?- la voz de Eyton, el hijo del herrero, me sacó de mis cavilaciones. Llevaba un par de semanas en Kes, y su padre me había ofrecido vivir con ellos si ayudaba a Eyton con los recados. Nos llevábamos bien, aunque sabía que su novia Almira y el resto del grupo me consideraban rara, y con razón, la verdad.
-No es nada- le aseguré con una sonrisa que esperé que se creyera -. Gracias por preocuparte, de verdad, pero dudo que puedas ayudarme con esto, así que no te preocupes, ¿vale?
El pobre chico pareció dolido por mi comentario. Me sentí mal por un momento, pero me esforcé en pensar que lo que dije era cierto; Eyton no podía ayudarme. Por supuesto que no conocía mi situación, pero sabía lo de mi brazo, y que algo andaba mal conmigo, y estaba empeñado en sulucionarlo.
Esperé en silencio a que terminara de comer para irnos. A juzgar por las miradas interrogantes de la mayoría de los presentes, acababa de entrar alguien bastante peculiar, aunque desde mi asiento de espaldas a la puerta no lo veía y tampoco me di la vuelta. De repente sentí un molesto zumbido en mi costado izquierdo, pero en lugar de prestarle atención cambié de posición en la silla, incómoda. Unos minutos más tarde, después de que cada uno hubiera pagado su cena, lo sentí de nuevo, esta vez mucho más fuerte. Me agarré el hombro con fuerza, intentando hacer caso omiso del dolor allí donde el metal se fundía con la piel. Me pasaba a veces, pero nunca tan intenso. No tenía ni idea de por qué. Eyton pareció darse cuenta, porque me lanzó una mirada de preocupación, com insistiendo en que se lo contara. Negué con la cabeza y me di la vuelta para salir de la taberna.
En ese momento algo me llamó la atención: la tabernera agarró por el hombro a alguien que pretendía salir sin pagar. Llevaba una capucha cubriéndole el rostro, pero había algo... diferente en él. Seguramente no era humano. Sí, será eso... Sabía que había más razas en Idhún, pero nunca había salido de los reinos humanos, de modo qeu no estaba acostumbrada a ver a alguien que no lo fuera.
El encapuchado plantó una moneda en la mano de la tabernera con visible indignación, y se disponía a irse, pero en ese momento entró otra persona. Era alto y llevaba una armadura que parecía bastante buena... Lo observé mientras se sentaba en una mesa vacía y decía algo a la posadera, que puso mala cara y se marchó. Entonces el encapuchado me pasó por al lado, dirigiéndose a la puerta con cierta prisa. No, esta vez era otra persona. Una mujer, algo más alta, que también ocultaba su identidad bajo una capa.
Al verla cruzar la puerta salí de mi ensimismamiento y vi que Eyton me esperaba fuera.
-Vamos, es muy tarde- Dijo, tirando de mi. No me percaté de que me estaba cogiendo la mano hasta que fue demasiado tarde; al tirar, me había quitado el guante sin querer. Ambos nos quedamos mirando la mano metálica sin saber muy bien qué hacer. Él sabía lo mucho que odiaba llevarla al descubierto.
Al cabo de unos segundos, algo rozó mi espalda al salir de la taberna. Esa fue la señal que necesitaba para salir corriendo, a cualquier parte, sólo quería alejarme de Eyton y de aquella taberna. No tardé mucho en darme cuenta de la persona que acababa de ssalir era el encapuchado bajito, el que había olvidado pagar su vaso de agua. No conocía bien la ciudad, y me apetecía estar en cualquier parte menos allí, así que lo seguí.

OFF: ¿Puedo entrar? :3 Seré bueno y todavía tengo que cambiar mi ficha y terminar de chetarme, pero seré bueno y responderé y tal.

Ya que solo tengo ratos para internet, este post lo escribiré a cachitos y avisaré cuando lo termine si no hay ningún problema por ello.

Nandelt, Reinos humanos... Sin duda era un lugar nuevo para Naren, un lugar nuevo como el que ansiaba conocer desde hacía tiempo. Un lugar soleado e idílico que nada podría estropear salvo unas voces dentro de su cabeza.
- ¡QUEMADLOS, QUEMADLOS A TODOS! -bramaba una voz potente- ¡QUE NO QUEDE NI UNO EN PIE, VAMOS!
-Lleva así todo el día, diablos. Haced que se calle -gritaba tratando de oirse, otra voz.
-Naren, haz que se calle. Ahora. ¿Y este es nuestro sucesor?
-Esto no es una guerra... Es una masacre -continuaba lamentándose una maga del fuego, perdida en su atroz muerte.
-¡CALLAOS TODOS, YA! -Naren agitó su báculo, confiando en que eso funcionaría. Si le hubieran dicho que ese báculo era también un grimorio con todos los magos del fuego más poderosos, tampoco se hubiera pensado aceptarlo.
-TODOS CALLADOS, AHORA- Agitaba el arma en el aire, sin darse cuenta de que prendía la hierba del suelo sin querer a las afueras de un pueblo humano.
-¡SI, DIOSES! ¡BIEN HECHO CHICO! -me felicitaba la voz de antes cuando el fuego crecía.

Era un hechizo de libro de texto: absorber la energía alrededor del fuego, y este se apagaría... Sería facil si no hubieran decenas de voces distintas intentando hablar a la vez dentro de tu cabeza. Tras varios pisoteos e intentos fallidos, las llamas lamían sus piernas sin que ni su piel ni su ropa de mago se inmutaran. Naren suspiró, resignado. Tal vez no se convertiría en archimago tan pronto.
UH, LO HE TERMINADO A LA PRIMERA.
TERMINADO :3

(off: vale con lo que ha pasado yo ya no sé si me toca rolear o no así que esperare hasta me toque de nuevo según el orden establecido)

Off: Vale chicos perdonarme no se que me ha pasado que me he despistado por completo.. Roleo y ya seguimos el orden.. A por cierto bienvenido Naren-far!!! Y perdonar por mi post sosi-corto... no estoy muy inspirada hoy.. y bueno así provocamos ya el encuentro... jijiji

On: Después de mis compras varias por Kes, ya lo tenía todo listo para partir. Comencé andar en dirección sud, hacía Shia, mi destino... Pensé en mi tabernera favorita, Liss. Se alegraría mucho de volver a verme después de tanto tiempo... Noté una presencia tras de mí, y giré un tanto mi cabeza... por el rabillo del ojo pude atisbar una persona no muy lejos de mi con una capa la cual ocultaba su rostro... Recelé un tanto pero no le quise dar mayor importancia , mucha gente iba y venia de Kes hacía otras ciudades y podía ser una mera coincidencia. Pero la cosa empezó a mosquearme cuando ya en la mismas afueras de la ciudad de Kes, esa persona seguía tras de mi con lo que sin pensármelo mucho paré, me giré y le espeté – ¿Se puede saber porque me sigues? - bajé la capucha de mi propia capa dejando al descubierto mi rostro, dentro de lo poco amables que habrían sonado mis palabras no quería que se sintiera amenazado y le dirigí una mirada resuelta y una medio sonrisa. Pese a todo no las tenía todas conmigo y nunca se sabía si podía ser amigo o no...

Me cubrí la cara con la capucha para esconder las lágrimas que empezaban a formarse en mis ojos. El encapuchado se desvió bruscamente hacia una pradera, y fue entonces cuando me di cuenta de que él, a su vez, estaba siguiendo a la otra chica. Decidí ir tras ella, ya que quería encontrar la salida de aquella ciudad y, ¿qué mejor forma de hacerlo que seguir los pasos de alguien que hace lo mismo?Quería desaparecer, huir de mi existencia sin significado alguno. O recordar, pero eso sería más doloroso...
No tenía ni idea de dónde estaba, ni de cuánto tiempo había transcurrido desde que el no-humano de la capa se había desviado del camino. Casi había olvidado que estaba siguiendo a la chica cuando, en lo que me parecieron las afueras de Kes, paró en seco y se giró hacia mi.
-¿Se puede saber por qué me sigues?
-Yo... yo... es que... -interrumpí mis absurdos balbuceos para respirar hondo y pensar qué decir. Entonces recordé que llevaba la capa puesta, y que no debía de inspirar mucha confianza a la chica. Me bajé la capucha, y mi pelo oscuro cayó sobre la mitad de mi cara en forma de cortina. -No quería asustarte, lo siento. No tenía a dónde ir, y me pareció que querías salir de la ciudad como yo, y... -me callé de repente, puesto que no tenía nada más que decir -Lo siento.
Me quedé mirándola incómodamente, a la espera de una respuesta. El metal seguía haciendo esa cosa rara de antes, pero a medida que pasaba el tiempo se iba haciendo más imperceptible, y ya no me dolía. No llevaba puesto el guante izquierdo, y deseé con todas mis fuerzas que no se diera cuenta.
Hacía un rato que sentía olor a humo, pero en la oscuridad no pude distinguir de dónde provenía. No le presté demasiada atención, pero la extraña sensación de inquietud no me abanonó del todo.

Suspiraba entre las llamas, preguntándome si enfadaría a los humanos que quemara un campo sin avisar. Imaginaba si tendría que explicarles que había sido un accidente o tendría que huir cuando se acercaba alguien con curiosidad. Un mago, sin duda. Canalizaba con un báculo, y con mucho esfuerzo un sencillo y poderoso hechizo de viento reprimía todas las llamas. Hola -saludó al otro feérico, completamente serio- soy Naren no vio necesario presentarse más allá de la pequeña mentira que era su nombre y gracias... por eso, estoy teniendo algunos problemas Naren apretaba el báculo con fuerza, tratando de callar las pocas voces que podía llevar.

Cuando consiguió guardar el báculo en la funda de su espalda se acercó al chico a distancia prudente. Mago telúrico, ¿no? Aunque había algo que lo mosqueaba, como una pequeña frase arcana acabando con tanto fuego elemental a la vez. Además, pensaba Naren, ese podía no haber sido el hechizo más adecuado.

¿Podría ser un archimago? No, no puede serlo alguien más joven que yo. Pero esa fuerza... Pensando con lógica, ¿serían tan duras las pruebas de las otras torres? Si tenía un solo rastro de quemaduras en su cara, podrían ser cortes o... No. A Naren la lógica fría que había aprendido a usar solo le decía que había encontrado a alguien muy interesante.

Off: Siento los mierdipost que llevo hasta ahora, supongo que se pierde práctica y no encuentro más que rolear.

Off: Siento haber tardado en responder, pero las obligaciones me matan y me restan tiempo a partes iguales... pero bueno allá voy!!

ON: Y la persona que me seguía balbuceó -Yo... yo... es que... . -No quería asustarte, lo siento. No tenía a dónde ir, y me pareció que querías salir de la ciudad como yo, y... - calló por un segundo y  prosiguió -Lo siento.  Descubrí que debajo de esa capucha había una chica de cabellos oscuros. Le dirigí una mirada afectuosa, ya que sus palabras no eran nada amenazantes, al contrario parecía que la había pillado desprevenida. Un rayo de sol me deslumbró, entre cerré los ojos y al recuperarme busqué inconscientemente aquello que me había cegado, y lo que vi para mi fue algo inesperado uno de los brazos de la muchacha no era un brazo humano normal, sino que estaba hecho de alguna aleación argéntea y pensé que estaba muy bien hecho, durante mi vida en los reinos humanos había visto multitud de tullidos, algunos con prótesis muy rudimentarias, muy lejos de lo que aquella muchacha portaba, por eso mismo me había llamado tanto la atención. Y le dije intentando que no se notara que me había fijado en su brazo – No pasa nada  – y le sonreí- Mi nombre es Ariadne y sí me dirigia hacia Shia, iba a visitar a una antigua amiga que tengo allí y que hace mucho tiempo que no visito, ¿si quieres acompañarme? Le pregunté. En eso me percaté que desde la ciudad se alzaba una cortina de humo y que olía a quemado... No me había dado cuenta de ello asta ese mismo momento y dije – ¿Que habrá pasado? Y me quedé mirando fijamente por donde el humo se alzaba.